miércoles, 16 de diciembre de 2009

Longanimidad

Longanimidad


Es del griego que nos viene la palabra crisis (κρίσις) que radica del verbo krinein, cuyo significado es "separar" o "decidir". Hablamos de "crisis" cuando algo se rompe y, como consecuencia, se hace necesario un análisis de los motivos de dicha ruptura. No es extraño, por tanto, que los términos "crítica" y "criterio" compartan también la misma raíz ya que uno es el análisis o estudio mientras el otro es el razonamiento adecuado o la reflexión.

Una crisis es una momento decisivo y un punto de inflexión que nos obliga a pensar y por tanto produce análisis y reflexión, si logramos hacerlo de forma positiva conseguiremos transformar la crisis en cambio, en transformación, en superación, en mejora.

Actualmente estamos ante una "crisis económica" que redunda en una "crisis de consciencia" hemos pasado de una época de crecimiento y certidumbre a una donde prima el decrecimiento y la incertidumbre, que a pie de calle se traduce en una crisis de identidad y de valores éticos.

Pero una crisis no es una desgracia, recordemos todos que una desgracia es una suerte adversa con consecuencias funestas e irreversibles.

Así que si no se aportan soluciones creativas, mejor no hablar de la crisis, porque de lo contrario hablar de ella destruye la creatividad, sesga la imaginación, nos angustia y satura nuestra tolerancia a la adrenalina. Mejor es aceptar la realidad y actuar en consecuencia, no seamos mártires indolentes, no nos recreemos en compartir datos pesimistas que niegan la creación de propuestas en pos de la eficiencia... lamentablemente, es cierto que no es lo que vemos en los diarios ni en casi ningún sitio, porque nos obligan a consumir noticias nefastas, es lo que "vende": Hace más ruido un árbol que cae que un millón de árboles que crecen.

Cuanta más negatividad más tensión traducida como estrés que redunda en adrenalina irresoluta convirtiéndonos en adictos a la adrenalina, lo peor es que si no la desechamos nos quedamos en ese estado tenso previo a la huida que es su rol primigenio y colapsamos cualquier otra hormona positiva que podríamos generar en su ausencia, como la oxitocina por ejemplo, es cierto que esta hormona está muy ligada a los patrones sexuales y con la conducta maternal y paternal, pero estudios recientes demuestran que también incrementa la confianza y reduce el miedo social mejorando la empatía durante la toma de perspectiva, si no activamos los procesos mentales necesarios para eliminar la adrenalina y convertirla en oxitocina, seremos irascibles, impulsivos, poco juiciosos, paredes inamovibles que lastrarán la creatividad de los que nos rodean.

Siendo realistas y dejando la teoría de lado, la situación actual es complicada, difícil y muy desagradable para muchos, no podemos tratar de obviar los muchos problemas que hay que afrontar para "seguir a flote".

Cuando no podemos cambiar de un plumazo la situación actual, el reto real consiste en cambiarnos a nosotros mismos, ya que aún nos queda la libertad de decidir qué actitud adoptar ante la adversidad.

Ser feliz o infeliz no depende de las distintas circunstancias acaecidas durante el transcurso de nuestra vida, personas con la misma "suerte" pueden sentirse "felices" o "infelices" por que finalmente sólo hay dos tipos de personas: las que se levantan por las mañanas y dicen "a ver qué día tengo" y las que piensan "a ver qué día creo".

Pero transformar el sufrimiento en una fuerza creativa no es fácil, el "motor" que impulsa el cambio es una emoción ligada a un proceso de atención consciente.

Dicha emoción no puede ser otra que el amor, pero el amor agape; ese que es caritativo, desinteresado, altruista e incondicional.

¿Un ejemplo?






Entrada nacida de unos apuntes de una ponencia de Álex Rovira en Sevilla